Eustaquio Segrelles del Pilar es una artista completo y prolífico del panorama artístico español, cuya creación plástica gravita entre el siglo XX y el XXI; se fundamenta en la pintura al óleo de carácter costumbrista con luz y fuerza. Dibujante y escultor, su carrera profesional se inicia con la ilustración editorial y se encumbra a nivel internacional en el mercado del arte mediante continuadas exposiciones y venta de una ingente producción de cuadros de escenas marinas y rurales principalmente.
La perfección y maestría de la madurez las alcanza con El Quijote y Los Carnavales de Venecia como temas estrellas. Desde 2005 cada ganador del premio cervantes de literatura recibe un ejemplar de serie numerada de la novela cumbre española, ilustrada por el artista, acompañada de un dibujo original como dedicatoria. Un libro que forma parte afianzada del protocolo.
La colección de cuadros originales que ilustran esta lujosa edición de El Quijote se expone en el museo Cervantino de la localidad complutense, Alcalá de Henares, que vio nacer a Miguel de Cervantes Saavedra, insigne creador del mito y el personaje de Alonso Quijano: Don Quijote.
El impresionismo deja huella en su impronta estética, la luminosidad levantina y el paisaje, las labores del campo y marineras, usos, costumbres y tradiciones nobles, humildes, se reflejan con asiduidad en la obra, elaborada desde el boceto hasta el coloreado del lienzo con rotundidad y realismo. El lujo por el detalle y elementos se convierte en abundancia de óleo.
Tradición y trabajo, esfuerzo y exhibición, son combinaciones emergentes en su condición creativa.
Nacido en Albaida en 1936, pertenece a una saga de artistas. Su padre, Ramiro Segrelles Albert, falleció en 1946, era pintor, al igual que su afamado tío José Segrelles Albert (1885-1969). El joven Eustaquio sueña con ser artista, accede a estudiar Bellas artes y se perfecciona académicamente. Con 18 años ya pinta al óleo y tiene gran afición por el dibujo. A esa edad, con disciplina y talento, entra en el mundo editorial como dibujante. Comienza a exponer a los 21 años de edad.
Desarrolla una carrera intensa a lo largo de su vida de artista, que se consagra día a día al ejercitar su clara vocación. En su vital trayectoria, alrededor de 10.000 cuadros pintados de todas dimensiones, denotan una capacidad y soltura de magisterio.
Cabe definir su capital forma de navegar por el lienzo al que da vida: bien se trate de frutos del mar, bien de frutos del campo, entre todo existe un equilibrio visualmente apreciable, un enfoque de la escena, con los personajes en sus tareas, ajenos al ojo que escudriña y observa cada veta, cada punto, cada bocanada estética. Cardúmenes compactos de huertanos y pescadores a los que corresponden los mismos aperos, nunca lo moderno ni mecánico. No hay gasolina que mueva tractores, no hay motores que empujen frente al oleaje y el sudor huele a óleo y no a humana exudación por el intenso esfuerzo.
María del Rosario Pallás Caballero
Periodista y escritora
Pintura levantina, valenciana. Escuela de Valencia. Sorolla como maestro y espejo.
Es fácil etiquetarlo, es fácil encajarle.
Pero, por encima de esta etiqueta corresponde otra: la de comunicador. Lo de la pintura levantina es muy amplio, es un comodín que funciona bien –y de comodines Eustaquio Segrelles sabe mucho-; resulta fácil calificarle, clasificarle, encajarle dentro de un grupo, escuela o tendencia. Pero, su obra es algo más. Por encima de temas, de soluciones pictóricas, de manejos de luz hay una cosa importante y básica: Eustaquio Segrelles es un comunicador nato.
En el fondo o en la cúspide, acaso los pintores pueden dividirse entre comunicadores y no comunicadores, entre artistas que saben conectar con el espectador y de artistas que lo logran difícilmente. Claro está que cada sector o grupo social tiene su clave comunicativa, concreta, pero hay unas normas no escritas y genéricas que hacen que algunos artistas sean capaces de comunicar con un amplio sector del público, que comuniquen con un abanico social que va desde la humilde moza a la altiva princesa. Y estos artistas son los elegidos. Algo tienen en su secreto, su magia, que les convierte en comunicadores.
Por encima de técnicas, de bondades estilísticas, incluso de capacidades, se encuentra el saber explicar a través de la pintura. Y esto, que aparentemente pudiera parecer fácil, en realidad es difícil, muy difícil. Y que lo es, lo demuestra el hecho de que los comunicadores natos son pocos, poquísimos; Se pueden contar con los dedos de la mano. Y, Eustaquio Segrelles es uno de estos pocos. La realidad es así y el resto es pura literatura, puro llenar páginas.
C. Cañada
Periodista
En un lugar de valencia… Ha mucho tiempo que trabaja un hidalgo… de los de pincel en astillero… lienzo inspirador y presteza cromática.
Nuestro caballero ahonda su encomienda y, aun a pesar de las inclemencias, sabe –como el andante- no volver su pie atrás, principalmente cuando se trata de una labor de rescate, sino a defender la empresa con osadía, brío y determinación que merecen.
Eustaquio plantea puras sensaciones de la sensibilidad entre argumentos cervantinos, líneas de escritos transcritas desde el pincel, una comunicación visual apasionada que implora añoranzas.
Pintura que nos narra hazañas quijotescas, que las presiente, las revive y las describe, porque la tinta tiñe las mismas y la pintura tañe de color la literatura.
Beatriz Vázquez
Historiadora del arte