Jordanes utiliza una técnica depurada, no para mostrarnos la realidad que todo el mundo observa, haciendo filigranas de pincel, sino para acercarnos a esa otra, “su realidad”, entendida en gamas cromáticas sobrias, que envuelven poéticamente sus bodegones y flores.
Sus temas son reales, sus composiciones están formadas por elementos naturales, pero alienta en sus cuadros un pálpito, digamos, “irreal”; algo así como un mensaje poético. Toca las cosas humildes y las llena de una “fragancia” pictórica distinta y distante de la realidad. Sus objetos son tomados de la naturaleza viviente (flores, frutos, nidos, árboles o peñascos), pero los inflama de esencialidad poética. Los envuelve en unos colores cálidos y los hace estar y flotar al mismo tiempo en un ambiente de luz tamizada y caliente.