Discípulo del gran maestro Manuel Monedero, que a su vez fue discípulo del gran Ressendi. Dicen que posiblemente Menacho pueda ser hijo no declarado del mismísimo Ressendi, dadas las estrechas relaciones que tuvieron desde su niñez. Sin lugar a dudas su pintura está fuertemente influenciada por el gran maestro.
Menacho pinta la realidad como si de un mago se tratara, pues algo de magia debe haber en esas representaciones fragmentadas de lo que en naturaleza no existe. O, al menos no se encuentra con la fuerza expresiva del color y el desgarro con que arrastra la materia pictórica sobre el lienzo; ni sus formas se muestran del modo sintetico con que el sabe expresarlas. Materia y color que confieren vitalidad a sus espacio creativo y síntesis formal que busca lo esencial de las cosas.
En sus obras encontramos parcelas de realidad que ni en la realidad existen. El color es su pintura materia generosa que gana fuerza expresiva, que se materializa a veces en fuertes empastes que aumentan su vigor por la proximidad del complementario. La luz es una explosión de materia o apenas un susurro diluido en la inmaterialidad de la penumbra. Utiliza con singular destreza un amplio repertorio de recursos expresivos, que le permiten adecuar la materia al objetivo global de cada una de sus obras. Dibujado con agilidad por medio de empastes o dejando entrever los trazos de unas formas apenas bosquejadas.
El ser humano como metáfora inigualable, le sirve a Menacho para expresar los asuntos mas diversos; quizás por eso es uno de los elementos mas reiterados en sus composiciones, demostrando el atrevimiento en muchas de sus obras, donde las figuras aparecen en complicados escorzos. Aunque en menos medida, no deja de adentrarse en todos los géneros pictóricos, impregnando de su personalidad representación de los objetos inanimados o del paisaje, que con pinceles y sus colores adquiere una vida y expresividad que no tenía cuando el artista posó su mirada en ese segmento de naturaleza y decidió avivarla.
Porque es la vida uno de los aspectos que mas destaca al contemplar su obra. Un pálpito vital pleno de luz y color, de penumbras sugerentes que vienen a reforzar la atmósfera casi irreal del mundo que inventa a cada momento. Irreal y, a veces, inquietante por la premura que parece asaltarle entre algunas de sus obras. Como si el artista sintiera la necesidad de acabarla apenas iniciada, para poder comenzar de inmediato cualquiera de sus múltiples ideas que se le agolpan; tantas veces pintadas mentalmente que apenas necesitan de unos minutos para su exteriorización material.
Su dilatada obra creativa nos muestra a un artista de amplios recursos técnicos, magistral en el dibujo, que se atreve a jugar con el color con la seguridad del mago experimentado, para quien la forma del mundo real es una mera excusa desde el que proyectar, recreándolo, su propio mundo.
En sus obras podemos encontrar sensaciones, como ecos proveniente de la gran tradición de la pintura española de siempre.
“ Mi respeto al arte me hace ver con ojos de niño mi ilusion constante por todo aquello que de una manera consciente o inconsciente, a veces me hace temblar.
Es mi admiración por los artistas y aficionados los que con tanta sinceridad plasman sus pinceladas, de quien aprendo en cada momento para superarme y tener la mismo ilusión que ellos.
En la soledad de mi estudio con mis miedos y mis aciertos; esos momentos que estoy frente al lienzo, es cuando realmente empieza en mi el respeto al arte y siento a mi alrededor el silencio y la mirada de los maestros en un constante examen.
Decir que mi obra nace y crece en una gestación de amor y búsqueda continua con la sola intención de dar de mi todo lo bello que la naturaleza pone ante mis ojos para comunicarme con los demás.
Por todo esto, en mi madurez decido, acercarme a los maestros y escuchar sus mensajes. Siempre desde lo más profundo de mi seguiré en este camino:”