La temática de los bulevares en la pintura hace su aparición en el siglo XIX con la corriente impresionista, que introduce en el mundo de la pintura de la época una transformación social y filosófica profunda. Los pintores impresionistas centran su mirada en una nueva clase social emergente, la burguesa, retratándola en sus medios habituales, siendo uno de ellos los bulevares parisinos.
Las pinturas de bulevares son, para el pintor impresionista, un modo de expresar un nuevo ideal: el positivismo. Muestran las calles de París y todo lo que en ellas existe con colores primarios, viéndolo todo desde el prisma de la objetividad.
En los bulevares impresionistas, la luz es muchas veces, la verdadera protagonista. Pintores como Pissarro, Degas o Renoir captan en sus lienzos las calles de París y otras ciudades francesas en diversas horas del día y la noche, siguiendo el paradigma de la serie dedicada a la catedral de Rouen creada por Claude Monet.
Pinturas como El Bulevar de Montmartre, mañana de invierno» (1897) de Pissarro, o "Calle de París, día lluvioso" (1877), de Gustave Caillebote, son claros exponentes de un género surgido al calor de la ruptura con el academicismo, y que ha llegado hasta nuestros días de la mano de pintores como C. Barber y Sánchez.