El mar ha sido desde siempre un tema presente en el arte en general, y en la pintura en particular. Desde la antigua Grecia, los motivos marinos decoraban ánforas y otros objetos cotidianos. Con el tiempo, grandes pintores como Canaletto, Willem van de Velde el viejo, Claude Joseph Vernet, Turner, Iván Aivazovski, Hokusai, Manet, Monet, Sorolla, Homer, ChildeHassam o Joaquín Mir han dedicado al mar gran parte de su obra.
A pesar de la popularidad de este tema artístico desde la antigüedad, habrá que esperar al final de la Edad Media para que las marinas se conviertan en un género independiente, gracias a artistas especializados.
Durante el renacimiento se produjo un hiato en lo que a este género se refiere, y no será hasta más adelante, en el siglo XVII, cuando la pintura holandesa le de a las marinas un lugar de honor, gracias al auge del comercio exterior y la importancia del poder naval del país. Más tarde, la pintura británica heredará estos temas como forma de reflejar a su vez su propio poderío naval. De esta etapa, podemos nombrar artistas como Pieter Bruegel el Viejo, Joachim Patinir y Rembrandt.
El romanticismo recuperó los temas de mar y costa, dando como fruto a algunos de los mejores pintores de este género: Théodore Géricault, Turner y Caspar David Friedrich.
Ya en el siglo XIX otros países se incorporaron a la tradición de la pintura de marinas, como Rusia y Estados Unidos, que produjeron importantes escuelas paisajísticas, con especial énfasis en temas marinos, donde cabe destacar a León Dabo.
Por su parte, las nuevas corrientes pictóricas nacidas en Francia, como el plenairismo y el impresionismo supusieron la incorporación de nuevas técnicas y perspectivas en el ámbito de las marinas, que pueden apreciarse en la obra de Sorolla y Paul Gauguin.
Los artistas actuales que tocan este género han seguido, en general, las pautas y preceptos establecidos por la pintura holandesa.