Vicente Sánchez Navarro (Alicante, 1926). Pintor y dibujante. Especializado en la temática taurina, que realiza con un estilo suelto, abocetado y luminoso de factura impresionista. Destacan sus exposiciones individuales en las salas de la Editora Nacional (1976) y Trazos (1987), de Madrid; Mutua Unión Patronal, de Alicante (1987) y participa en diversas muestras colectivas.
Y él ha sido un artista silencioso, ha pasado por el mundo, incluso el mundo del arte de la pintura, sin meter ruido, eso sí, en su obrador ubicado en ese mirador sobre Alicante, ante el caballete, entre pinceles y tubos de color.
Ese color multiplicado en cadmios, en grises-ceniza, en bermellones, en verdes-esmeralda. Quizá mejor en tonos berenjena, nazareno, azul purísima, caña, canela, barquillo...
Él nos ha pintado paisajes soleados y luminosos, temas religiosos, evangélicos, barcas quitas en los Arenales de Sol, dehesas con olivos y algarrobos. El pintor ha sabido sacarle jugo -el «suc» de que hablaba Gabriel Miró - a sus espacios vitales, encaramado sobre una barranca de hondas profundidades o situado en la barrera de un coso.
Sí, Vicente Sánchez Navarro , natural de Torrellano, nacido en el año 1926, está, ha estado y estará en las páginas de todas las publicaciones taurinas de rango nacional e internacional, en aquellas más especializadas y en esas otras de divulgación o alta divulgación. Señalaba el poeta Vicente Mojica que el artista «es uno de los grandes maestros de la pintura taurina contemporánea».
¿Pintor de toros ¿Pintor taurino Digamos, simplemente, pintor de la Fiesta, de la nuestra, la española, la hispanoamericana, la hispano-gala, quizá incluso, con otros matices, la fiesta lusa. Y qué bellos sus «pases», sus «faenas». Manoletinas, verónicas, navarras, la suerte de varas, la suerte de banderillas, los brindis, los arrastres.
Exposiciones en Artis de Valencia, en Toisón de Madrid, Decoradora de Alicante, en la Editora Nacional de la villa del oso y el madroño, Peña Madridista de Elche.
Exposiciones en Alcoy -ciudad en la que vivió durante algunos años-, y viñetas, dibujos, cabeceras, óleos y acuarelas en «Ganadería» y «El Ruedo». Sus lienzos, afirmaba en 1975 Rafael Campos de España , otro alicantino, «tienen el fuego de la vida y no la frialdad de la técnica. Sánchez Navarro logra con el color lo que Von Karajan con el sonido».
Y es el caso que sus «torerías» tienen sonido. El sonido del pasodoble -«Nerva», «Gallito», «La gracia de Dios», «Agüero»-, el sonido seco del atabal y el claro clarín.
Y el secreto está en que Sánchez Navarro pinta la danza y el ballet del matador, la embestida del animal más hermoso del mundo, el encuentro entre la gloria y la muerte.
Vicente Sánchez Navarro ha sido un pintor totalizador en esta temática, en este género que tan diáfana y magistralmente entendieron Goya , Solana , Picasso , Zuloaga , Benlliure y Ruano Llopis . Una visión la suya limpia, vibrátil, capaz de desatar emociones con la luz solar sobre el albero o en el corralillo o plaza «amaderada» de un pueblo.
Su técnica ha sido caliente como caliente la franela, el torno del maestro.
Pero sobre todo y por encima de cualquier otra contingencia estética o artística, su bonhomía, su humanidad, sus silencios de triunfo, su poder creativo sobre el papel «guarro» o ante la blancura del lienzo.
Un estilo personal y propio, suyo, fuera una simple mancha, un apunte breve o la obra estudiada y meditada, acabada y signada. Se nos ha muerto un pintor y el mundo de la Fiesta de Toros ha perdido a un gran hombre y a un gran maestro. Podría decirse con los versos de Rafael Morales: El asta silenciosa y elevada/ libera de tu invierno reposado/ la ardiente plenitud de tu cornada...
Adrián Espí Valdés es historiador